Los ascensores en entornos hospitalarios

Los hospitales y centros médicos son lugares en los que el tráfico y la movilidad de personas tiene que ser gestionado de la forma más eficiente y para ello los ascensores se vuelven un elemento indispensable para gestionar de forma eficiente cualquier tipo de traslado.

En estos edificios los ascensores más característicos son los montacamas. Están diseñados para ofrecer un transporte seguro y confortable a los enfermos y deben permitan la entrada y salida de la camilla con rapidez.

Se diferencian del resto de ascensores en los que nos montamos habitualmente en el tamaño de la cabima, la forma en la que se abren las puertas y la estricta nivelación que tiene que hacerse en cada planta para que el paciente no sufra sobresaltos en el traslado. Es importante que sean lo menos ruidosos posible y que el arranque y freno del mismo no sea brusco. En muchas ocasiones el ascensor puede contar con dos puertas enfrentadas por exigencias del diseño del centro o bien para facilitar el trabajo del celador.

Los montacamas, y todos los ascensores en general, pero especialmente en los hospitales, están obligados a realizar unos protocolos de limpieza y desinfección minuciosos que están establecidos en la guía de cada hospital o ambulatorio.

Por lo general todas recogen el uso de materiales antibacterianos en la cabina, impermeabilización del foso para evitar humedades e incorporación de sistemas de ventilación.

Todos dispondrán de un teléfono para comunicarse con el servicio de emergencia de mantenimiento, botones de alarma, luces de emergencia. La mayoría de los ascensores de hospital cuenta con un suministro de emergencia y podrá seguir funcionando hasta una hora después en el caso de que se vaya la luz en el edificio.

La mayoría de esos ascensores funcionan las 24 horas, los 365 días, por lo que tienen un mantenimiento y unas revisiones muy estrictas. De no cumplirse podrían recibir graves sanciones por parte de la Administración.